Metal Gear Solid 2: El yo como acto de resistencia.

Hace unos meses jugué Metal Gear Solid 2, a veces me gusta escribir chorradas sobre lo que juego y suelo postear en Backloggd pero lo hago en inglés. Me apeteció compartirlo en Twitter así que revisé el ensayo y lo traduje al español. SPOILERS.

Metal Gear Solid 2 es un juego que aborda una cantidad colosal de temas y capas. No me sorprendería para nada que probablemente sostenga el título al videojuego sobre el que más ensayos se han escrito, así que el mero hecho de escribir cuatro tonterías al respecto es algo abrumador.

Hasta ahora, este es el ensayo/reseña más intimidante que he escrito. Poner en palabras una colección de pensamientos sobre un videojuego tan inmenso resulta cuanto menos vertiginoso. ¿Cómo puedo pretender encapsular todo aquello que sentí, todo aquello que pensé mientras jugaba, con uno de estos escritos improvisados que suelo hacer?

De alguna manera, esto no es muy diferente al deber del que habla Kojima como escritor: transmitir experiencias, conflictos y luchas a la próxima generación. Provocar emociones, hacer sentir a otros a través del arte, esta es la bendición más sagrada de un creador, de un artista.

Kojima, aunque no habla tan explícitamente de lo que anteriormente menciono, a través de la voz de Snake habla del deber de transmitir nuestro legado, especialmente en esta era digital lo único que se interpone entre nuestra voz, nuestras palabras y los demás son un par de clicks.

Y él lo hace con sus juegos. Experimentamos la historia de Raiden y sentimos una infinidad de emociones: tristeza con las escenas de Otacon y Emma, miedo con las revelaciones sobre el Coronel, tensión o incluso confusión en la batalla final contra Solidus.

No importa si estas experiencias son "reales" o no. El valor está en aquello que transmiten, lo que nos hacen sentir, Kojima no pierde tiempo en aclararlo ni en entrar en un debate tan banal. Cosas que no son reales —como el dinero— rigen nuestras vidas. Entonces, ¿por qué restarle valor a los juegos, o cualquier historia ficticia, por no ser "reales" en un sentido literal?

Una historia puede no ser real, pero las emociones que nos genera sí lo son. Sin duda alguna Kojima ve esto como una bendición: la capacidad de compartir emociones a través de una obra. A este tema volveré de nuevo al final.

Por eso sueño con escribir mi propia novela algún día. Es un fenómeno que considero prácticamente mágico.

Como es común en Metal Gear y en muchos otros juegos que tratan temas de naturaleza trascendental, el concepto de libertad y el libre albedrío siguen formando uno de los pilares de la narrativa. En MGS1, se trataba el destino genético, la lucha contra nuestra naturaleza. En MGS2, el control del sistema y la ilusión de elección en contextos donde nuestras libertades se ven limitadas.

Los Patriots funcionan como una representación del sistema, la revelación de la naturaleza del villano principal resulta ser la mayor revelación de MGS2, no son nadie en particular, no son más que ecos de individuos que perecieron hace cientos de años.

No hay nadie a quien culpar más que a un conflicto al que hoy día, en 2025, se enfrenta nuestra sociedad.

Raiden (y el jugador) representa al individuo, que recibe un papel y cree tener elección. Es curioso que Raiden siempre suene confundido, incluso desde el inicio del juego. Nadie parece saber qué está pasando, el juego se siente como un sueño febril.

Sin embargo, unas cuantas horas de juego más y llega cierto momento en el que el juego lo bombardea con instrucciones e información, muchas falsas o contradictorias, reflejando el flujo caótico de información en internet hoy en día.

Es aquí donde la narrativa y la meta-narrativa se entrelazan. No importa lo que haga Raiden seguirá cumpliendo el plan de los Patriots. No importa lo que haga el jugador seguirá cumpliendo el guión del juego. No importa lo que hagas, seguirás danzando en la melodía del sistema.

No eres libre. Tus elecciones no son más que una baraja trucada que se te otorga temporalmente. Tu abanico está limitado y compuesto por tus circunstancias, por tu contexto. Por todos estos factores existentes antes de que nacieras, sobre los que poco o nada control tienes.

Al final, Raiden elige tomar el control de su vida. Dudo que la idea se le hubiera ocurrido si no fuese por Snake, que lo guía, pero la decisión final de reconstruir su identidad es de Raiden. Pero, ¿es esto todo el alcance de nuestra libertad?

¿Cómo podemos ser libres en el sistema? ¿Intenta siquiera MGS2 dar una respuesta? ¿Quizás mientras el capitalismo —o cualquier otro sistema socioeconómico similar— exista, nunca seremos libres? ¿Quizás la existencia misma de cualquier tipo de sociedad humana impida la libertad total? ¿Es la era digital —tanto bendición como maldición— el verdugo de nuestros resquicios de libertad en el sistema?

¿Es la libertad acaso meramente la posibilidad de escoger cómo afrontar las situaciones que afrontamos, así como la percepción de las fuerzas que nos moldean? Conocer nuestra falta de libertad, de alguna manera, nos hace más libres. ¿Es suficiente con ejercer el libre albedrío? ¿Deberíamos conformarnos con encontrar un sentido y pasar nuestras experiencias y emociones a generaciones futuras?

Kojima sugiere —al menos a mis ojos— que eso es lo único que podemos hacer como individuos.

Y para evitar que la norma sean medidas como algunas que ya vemos en ciertos países, en forma de intranets reguladas, escuchemos la advertencia de Kojima, intentemos sacar lo mejor de algo como internet.

Quizás es imposible no contribuir a convertirlo en el serpentino basurero que es —algo que puede que yo esté haciendo ahora mismo— pero debemos hacer lo que podamos para contribuir de manera positiva. Porque a día de hoy, no tenemos una mejor solución al problema planteado.

La era de la información potencia las cámaras de eco, el fenómeno de la posverdad, promueve comportamientos lobistas donde las verdades cardinales no se fraguan en debate si no en conveniencia, todo con tal de proteger nuestros egos.

Los Patriots en MGS2 optan con la única solución que somos capaces de concebir a día de hoy, la censura, la cual choca completamente con mis valores y los de muchos otros.

Internet sin control ha producido una cantidad de problemas a nivel social innumerable, Metal Gear Solid 2 iguala el peligro que un internet controlado puede presentar al de un arma como Metal Gear.

Vivimos en una época en la que nuestra libertad está completamente amenazada, más que nunca con esta nueva pieza en el tablero. Una pieza que todavía nadie parece saber manejar.

Con esta falta de libertades, peligra también nuestra identidad. Raiden es un perfecto ejemplo de esto, no está todo perdido. Aún carente de libertad, puedes darle sentido a tu vida, al fin y al cabo, conservas tu libre albedrío.

Todos hemos experimentado el mismo videojuego, nuestras opciones están limitadas por él, pero las experiencias, pensamientos y emociones que hemos vivido cada uno, son únicos, y son inmutablemente nuestros.

Compartimos un contexto, social y económico… todos compartimos unas cadenas que reducen nuestra libertad 'exterior' —por llamarlo de alguna manera— a migajas. Y sin embargo, a pesar de las libertades que nos arrebaten, nuestra humanidad siempre nos hará libres.

Todos poseemos una libertad intrínseca a nuestro ser, una que nunca podrán arrebatarnos.

Todo lo que podemos hacer como individuos es encontrar significado en vivir, crecer, sufrir y amar. Tomar nuestras elecciones y pasar todas esas emociones y experiencias a la siguiente generación, como nuestro legado.

Un legado no como fin en sí mismo, pues no debería ser perseguido simplemente con el objetivo de dejar un legado atrás. Esta perversión del legado como meta es lo que trató Solidus de hacer, el cual cayó —de manera un tanto irónica— en un completo olvido, carente de cualquier antagonismo real.

El verdadero legado surge naturalmente de cómo vivimos. De la autenticidad e integridad de nuestras acciones, de las conexiones que cultivamos con los demás. Viviendo de manera que dejemos algo detrás, algo significativo —no como marca de logros personales, sino como un regalo para quienes nos tomen el relevo.

Como artista, escritor, o cualquier tipo de creador —tanto si es con una novela, un videojuego o algo tan simple como un ensayo— tienes la posibilidad de inspirar un abanico de emociones en otros. Hasta cierto punto podríamos decir que estás ayudando a otras personas a vivir.

No eres libre. Pero puedes encontrar un sentido, dejarlo como huella. Y a veces, eso basta.